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Historia de la colonia García Ginerés.

Don Joaquín Marcial García Ginerés es el nombre del fundador de esta colonia que se llamó San Cosme. Llegó de Cuba en el año de 1898 acompañado de su esposa doña Juana María Comas y de su hermano político don Lorenzo. Salía don Joaquín —tarragonés de origen— del conflicto que se gestaba en la vecina isla con motivo de la histórica como nebulosa explosión del vapor Maine, que propiciaba tensiones entre los gobiernos de España y Estados Unidos.

Inquieto, de extraordinaria perspectiva, un inteligente tenedor de libros como se llamaban entonces los contadores públicos, el señor García Ginerés, con el apoyo del alcalde de Mérida don Rafael Peón Losa, presentó el proyecto llamado "Alianza de Itzimná" que se refería a la construcción de viviendas en esa parte entonces aislada del centro de la ciudad. Se hicieron las primeras casas de las que aún se conservan algunas, de maderas y láminas con corredores frontales. Pero el programa se estancó porque no se concebía que esa parte tan separada del centro pudiera ser una colonia.

SAN COSME, 1904.

Sin desanimarse, le proponen desarrollar sus planes en los abandonados terrenos de esa parte de Mérida que se llamaba San Cosme. Cruce de caminos que iban a Chuburná, Caucel y Hunucmá. La idea fue respaldada por don Augusto L. Peón, que era en 1904 el alcalde de Mérida, ya que San Cosme era paso obligado de las plataformas o pequeños tranvías que iban de sus haciendas Tanlum y Chenkú hacia sus almacenes de pacas de henequén que estuvieron instalados donde se identifica hoy la glorieta de Santa Petronila. Don Joaquín García Ginerés puso en acción sus planes: una zona residencial a base de casas de madera, amplias y con extensos patios para el cultivo de árboles frutales. Y también puso el ejemplo para impedir que se repitiera la falta de vecinos de Itzimná, y construyó su propio hogar en la calle 20, apenas a unos doscientos metros de este lugar.

Una casona de maderas y láminas, con un portón sostenido por dos columnas de mampostería y un segundo piso con balcón donde se erguía un asta bandera. Bautizó esa casa histórica con el nombre de “El Baluarte de San Cosme”. Esa casa, por espacio de más de medio siglo, fue conocida por todos los habitantes de esta colonia como "la casa de los García Comas" y esa familia adquirió las simpatías, el respeto y el cariño de quienes fuimos habitantes de San Cosme y luego de la García Ginerés.

San Cosme, a partir de 1904, se transformó en el objetivo anhelado por decenas de familias que vivían en el centro de la ciudad o en los barrios cercanos de Santiago, San Juan, Mejorada o Santa Ana. Comenzaron a levantarse casas de recia mampostería, de las que aún sobreviven muchas para orgullo de los alarifes de la época: surgió la unidad comercial que todos conocimos como "Muset"; el expendio de carnes del "Chato"; la prosperidad de la fábrica de galletas Dondé que estaba a corta distancia hacia el norte de este parque.

Factoría de don Luis Dondé que acogió a todos los trabajadores capaces de la colonia. Comenzaron a establecerse tiendas de abarrotes, como El Colón, La Mar, El Grano de Oro, La Toluca. Y todos teníamos médicos vecinos que fueron ejemplo evocador de la convivencia fraternal de otras épocas. El doctor Marcelo Martínez Palma, con su laboratorio de vacunas y una señorial casona de maderas donde formó su hogar con doña Carola Repetto; el doctor Ernesto Guzmán, que creó un sanatorio célebre, como lo fue él mismo, hacia el poniente de este parque y que dio a la sociedad sancosmera a otros médicos como sus hijos Ernesto y Fernando; el doctor Eduardo Urzaiz Rodríguez, tronco respetable de la familia Urzaiz Jiménez; fueron también pioneros los miembros de la extensa familia Cervera, que a cien metros, al oriente, sobre la avenida Colón, tuvieron un importante establo de cabras, al igual que los Íñiguez, cuyo producto lácteo era consumido por la mayoría de los ciudadanos de la naciente colonia.

San Cosme siguió creciendo. Nuestra infancia nos permite recordar a quienes poblaron todo lo que pudiéramos llamar un primer cuadro en torno a este parque. Los Alcocer Vidiella, los Rodríguez Espinosa, los Ponce Patrón, los Zapata Calero, los Shirp Milke, los Cárdenas Torre, los Sosa Martínez de Arredondo, los Dicón Palma, los Ontiveros, los Alvarez Trava, los Milán, los Cotaya, los Maldonado, los Vargas, los Ancona Ponce, los Cirerol, los Ojeda, los Pérez Bermúdez, los Traconis y decenas de otras familias.

En el desnivel que aún se nota en los jardines de la Concha Acústica, existió un lago artificial que don Joaquín García Ginerés construyó, con el fin de hacer crecer un parque donde los sancosmeros tuvieran un punto de reunión. Instaló bancas y sembró cipreses y almendros. Don Augusto L. Peón tendió una línea "Decauville" que enlazaba San Cosme con el centro de Mérida, pasando sobre la calle 82 que se convierte en 22, al penetrar en el área que entonces era de la colonia. Los tranvías eran tirados por mulas. Don Lorenzo Comas, padre de los buenos amigos los Comas Peña y hermano político de don Joaquín, levantó su hogar y su negocio de abarrotes a orillas del lago, y se llamó La Playa.

La última superviviente de la familia García Comas fue Conchita de Maldonado, que vivió en la casa 201 C de la calle 20, uníco pedazo de tierra que conservó de aquella histórica manzana de terreno, donde se fundara esta colonia. Conchita conservaba la placa que en 1954 fue develada por el gobernador Mena Palomo, empotrada en uno de los dos pilares de mampostería donde se fundó la colonia en 1904. Pero a fin de cuentas, fueron demolidos en aras del crecimiento y comercio de esta colonia, de la que quien escribe también fue vecino en los años veinte y treinta.

San Cosme tuvo una sala de cine. El Bosque, de Rafael García Comas, que hizo época en la etapa del cine mudo; y dos colegios que acogieron a todos los primeros niños entre los que me conté durante muchos años: el Jenaro Rodríguez Correa y el Benito Juárez, atendidos por don Isaac y doña Carmita. En un modesto puesto que funcionaba en el ángulo oriente de la extensa plazoleta, todas las tardes fueron pioneros de estos expendios de antojitos regionales dos personajes inolvidables para los colonos: Marcelino, a quien le decían Bororo, y su esposa Teresa, una hermosa mestiza que siempre lucía sus mejeres galas. San Cosme fue también suburbio de tres gobernadores: Alvaro Torre Díaz, Bartolome García Correa y José González Beytia.

En el parque de las Américas, quizá el más hermoso de Mérida, punto de enlace de millares de ciudadanos, en el área donde hoy funciona el parque infantil, existió un campo para jugar béisbol desde fines de los años diez. Desfilaron las más brillantes luminarias de la época y fue el almácigo de jóvenes peloteros como los Comas Peña que por muchos años conservaron su sitio dentro de ese deporte y que eran sobrinos del fundador de la colonia. Los batazos de jonrón eran los que pasaban por encima o debajo de la alambrada que protegía una quinta donde hoy está la biblioteca Carlos R. Menéndez. Y en el edificio que albergó el Banrural vivió doña María García, que fuera esposa del intrépido piloto Alonso Garibaldi Baqueiro, quien la enamoraba haciendo escalofriantes piruetas en un monoplano, obligando a suspender los partidos de béisbol de los domingos al cruzar a ras del suelo con su máquina. DE UN PROYECTO FARAÓNICO AL PARQUE DE LAS AMÉRICAS.

Y aquí en este parque tan hermoso, en los años treinta se intentó levantar un gigantesco monumento a Carrillo Puerto, consistente en tres triángulos sobrepuestos que abarcaban todo el espacio que hoy ocupan la fuente maya y la sala de lectura y de exposiciones. Nunca pasó del primer triángulo al que contribuyeron todos los guiadores de vehículos a motor o a tracción animal que cruzaran por la colonia depositando cuando menos una piedra. En el año de 1938, las ruinas del fallido proyecto fueron demolidas en el régimen del Ing. Canto Echeverría.

Correspondió a don Ernesto Novelo Torres, gobernador de 1942 a 1946, la idea fantástica de convertir el gran espacio ocioso de la ya colonia García Ginerés en el parque de las Américas, obra que inició en el año de 1943 y concluyó en 1945. Don Ernesto, iniciador asimismo del Monumento a la Patria en el Paseo de Montejo y del Centro Escolar Carrillo Puerto, hoy conocido como "Chetumalito", dio vida útil y alegre a este parque, cuando ya la colonia llevaba el nombre del fundador: don Joaquín García Ginerés, aunque tuvo que pasar toda una generación para acostumbrarse a sustituir ese nombre por el de San Cosme.

Digamos algo del significado de este refugio del bullicio citadino: la Fuente Monumental, tiene una arquitectura de inspiración maya y la forma de hemiciclo enclavado entre dos muros laterales; tiene siete columnas de 4.70 metros de alto, de forma serpentina y de las fauces brota el agua que alimenta los cinco tazones escalonados. Dos surtidores más brotan de joyeles esculpidos en los nichos laterales. Los detalles ornamentales del frontispicio se inspiran en el bajareque o los palos con que el maya hacía sus viviendas.

Interesante como original es el edificio de la Sala de Exposiciones y Biblioteca que evoca la choza maya; la fachada recoge la arquitectura Puuc de la celosía o rejilla, y los símbolos yucatecos del faisán y del venado. El emplomado de la puerta es el escudo nacional. El mural interior de la sala reproduce figuras de próceres debidos al pincel del artista Bolaños Gallardo y que son Bolívar, San Martín, José Martí, Sucre, Hidalgo, Morelos y Washington en una representación del Continente Americano. Dan la bienvenida al visitante reproducciones de dos de los primeros chacmooles hallados en Chichén, el de Le Plongeón y el de Miguel Angel Fernández, y en la estela de piedra los datos conmemorativos que dicen: “Parque de las Américas”, construido por el gobierno del señor Ernesto Novelo Torres, 1942 a 1945. El Gobierno de Yucatán al rendir homenaje a los países hermanos de América cumple con el deber de expresar así la fé en México por el ideal panamericano.

Inaugurado el 16 de septiembre de 1945, por el gobernador del Estado. Proyectaron y construyeron 'Arquitectos Amábilis'". Y además, en la parte posterior del edificio, una frase del entonces presidente Manuel Ávila Camacho: "Unidos por la razón y por la justicia los pueblos de América, formando un bloque cuyo poder está íntegramente al servicio de la concordia". Las dos figuras mayas esculpidas en relieve, que miran hacia el poniente son del artista Manuel Cachón y su equipo de canteros.

El teatro al Aire Libre está formado por tres secciones: escenario con concha acústica, lunetario y pérgolas. La construcción se inspiró en el Templo de las Mil Columnas de Chichén. Los dibujos en los once sostenes de las pérgolas representan hombres con frutos y mujeres con flores, símbolos de la ofrenda del gobierno yucateco a los países hermanos del Continente. En las estelas simbólicas de este edificio se aprecian escenas de danzantes y músicos prehispánicos con instrumentos y rituales adecuados. En realidad éstas fueron las bases del parque de las Américas hace cuarenta y tres años, además del homenaje a Latinoamérica con los escudos de cada nación en los pilares del jardín del claustro de lectura, bajo la arboleda.