Historia de la colonia García Ginerés (Continuación).
EL CINE BOSQUE.
No estaría completa esta síntesis histórica de San Cosme —hoy colonia García Ginerés— y del parque de las Américas,
sin referirnos al cine Bosque, que al inaugurarse el año de 1923 fue la primera sala de cine, teatro y espectáculos
fuera del primer cuadro de la ciudad de Mérida. Apenas cuatro años después de haberse iniciado la verdadera
urbanización de la incipiente colonia, en 1910, se dejó sentir el entusiasmo e interés de distinguidos ciudadanos,
que atraí-dos por el prestigio del señor García Ginerés acudieron a su llamado.
Un "centro comercial" con tienda de abarrotes, carnicería, molino para granos, al unísono del proyecto, funcionaba
al norte de la inmensa plaza.
En tanto al sur, como ya se ha dicho, el señor García Ginerés ponía el ejemplo de colono fomentando una quinta
plagada de árboles frutales que secundó la familia Quijano hacia el poniente como un anillo productor de alimentos.
Circundando la extensa zona de la colonia fueron salpicando los antes mustios y abandonados henequenales hortalizas
de laboriosos chinos, que, usando como fertilizante el estiércol de los muchos caballos y mulas que había en Mérida,
llenaron por años una necesidad. Eran horticultores que vivían en sus terrenos, en "casas" de paredes de albarrada y
techos de viejas láminas de zinc aseguradas con grandes piedras. Al alba iniciaba un agotador riego a pulso con
gigantescas "regaderas" que se abastecían en las pilas que había junto a las veletas, al pie de ramadas de chayotes.
Para los años veinte el cine comenzaba a desbancar al teatro como máxima atracción popular y crecía como un "cuerno
de la abundancia". San Cosme, en esas dos primeras décadas de su historia, parecía una gran familia que se ayudaba mutuamente,
los vecinos se visitaban y compartían los proyectos para engrandecer el suburbio. Nunca jugó papel importante la posición
económica de las familias. Lo mismo compartían en las aulas del "Jenaro Rodríguez" los hijos de acaudalados comerciantes
o profesionistas con recursos para alquilar un automóvil los domingos para pasear a la chiquillada en el Centenario, que
quienes apenas lograban calzarse para recorrer algunas cuadras y asistir al colegio. El singular "Cotorelo", turbulento
carretillero de la calle 22, que pregonaba sus libaciones de aldehído tripulando su vehículo por las accidentadas calles
de la colonia, era bien recibido por todos los jefes de familia que no ignoraban que su esposa, la simpática "Mulix", tenía
que compartir el único espacio de su humilde vivienda de tecos de palmas, con gallinas, patos, cabras, cerdos y en ocasiones,
cuando llovía, hasta con la acémila que hacía posible el sustento.
Fue algo parecido a una encuesta popular el origen del cine Bosque. Se depositó toda la confianza en Rafael García Comas, el
estupendo "gallego", que fuera hasta los últimos años de su vida encargado del Estadio Salvador Alvarado. Es posible que
hubiera influido en Rafael don Manuel Cirerol Sansores que fue un pionero del cinema yucateco, camarográfo, fotográfo,
empresario y arqueólogo que aún tuvo tiempo libre para practicar política.
Cirerol vivía a escasos cien metros de la casa de la familia García Comas. En las calles 18 por 25 esquina conocida como
"La Toluca". Andrés Maldonado tenía una sala de cine mudo sobre la calle 22, frente al Colegio Jenaro Rodríguez. Como
existía una estrecha amistad fue fácil convencer a Rafael para que en sociedad crearan el "Salón García Ginerés".
Poco después, el día 12 de agosto del año 1922, liquidó Rafael la sociedad con el permiso de su madre y sus hermanos,
planeó el histórico cine Bosque en la parte sur de la quinta de árboles frutales que creó su padre don Joaquín. Las dos
columnas de mampostería del legendario "Baluarte", que fuera la primera construcción de la colonia en 1906, sirvieron
para hacer la entrada al cine, y en una de ellas se horadó la taquilla. Una alambrada con púas fue todo lo que circundaba
el espacio del cine. Hubo que tirar varios árboles para dejar cupo a las bancas de madera. La pantalla de
mampostería se levantó sobre la calle 27. Limonarias junto a la alambrada aislarían el espectáculo de los curiosos de la calle.
Para 1923 el cine Bosque se inauguraba. Algunos aguacates sobrevivientes daban un ambiente campirano justificando el nombre.
Hubo ocasiones en que en el tiempo de producción caía algún aguacate sobre un espectador, por lo que Rafael instituyó una
placa permanente en la que se autorizaba a la víctima a llevarse la fruta. Se lanzaban al aire algunos "voladores" previos a
la función, con lo que se sustituía el anuncio impreso. En el cine Bosque de la colonia de San Cosme y hoy García Ginerés,
también se deleitó a los colonos con todo tipo de espectáculos:
"Si-Si" que presentaba perros y monos amaestrados; la Cía. de "Los Martinete"; el ventrílocuo campechano Conde Fernandine;
y asimismo hubo festivales de la colonia, concursos y otras cosas.
Rafael García Comas, amigo de todos, nunca se hizo rico con el cine Bosque. Jamás pudo evitar que entraran gratuitamente
todos los niños de la extensa San Cosme que eran de familias de escasos recursos. Se sintió siempre millonario haciendo
favores y repartiendo bondad a sus vecinos. Por apuntes del mismo Rafael, por conducto de su viuda Raquel Cotaya, fue
posible tener los títulos de algunos filmes de la era silenciosa: Dos vírgenes y un hombre, de las hermanas Norma y Constance
Talmadge, fue la película inaugural. Por esa sólida pantalla de mampostería pasaron las mejores de la época; Rey de reyes
(a la premier asistieron las religiosas guadalupanas del Jenaro Rodríguez), Charles Chaplin en El chiquillo, Luces de la
ciudad y El peregrino; Eddie Polo (Rolando) en el Regreso del ciclón; Hot Gibson en La bala misteriosa; Jackie Coogan en
El chico de los trapos, etcétera.
Los técnicos del cinema, encargados de la caseta y las cámaras, eran Edipo Castillo y Joaquín García Comas ("Tico",
hermano menor de Rafael) que por muchos años y solo con su privilegiada inteligencia era el técnico que reparaba todos
los aparatos de radio de los colonos y logró alcanzar hasta la era de los televisores.
Fue en esa pantalla donde el público sancosmero se identificó con Harold Lloyd, Tom Mix y Buster Keaton, Ben Turpin y
Dolores del Río, Ramón Novarro, Rodolfo Valentino, Mary Pickford, Priscilla Dean, Laura Laplante, Douglas Fairbanks,
Lon Chaney, Lilian Gish, etc. Estos nombres estaban anotados por Rafael como los artistas de más taquilla o atracción.
Decía que en realidad la primera pantalla fue de tela pintada de blanco en un bastidor de maderos, pero un viento la tiró
y fue que decidió instalar una de mampostería.
Y COMO EN EL CINE...
HUBO HASTA LA CORONACIÓN DE UNA REINA...
Un suceso indudable en la colonia de San Cosme, que hubiera sido ridículo por no ser con la seriedad con que lo tomaron
las vecinas, fue la elección de la "Reina del cine Bosque", concurso que acordaron realizar todos los que eran empresarios
de salas de cinematógrafo. Felina Rachó, una hermosa muchacha del suburbio, fue electa y a su coronación asistió toda
la colonia sin distingos de posición económica. Una larga valla de vecinos flanqueó su entrada al cine por varias cuadras.
El distribuidor de películas Octavio García cedió galantemente el filme Los amores de una reina, de Norma Talmadge; el
poeta Vidal González con el no menos inspirado Clemente López Trujillo, recitaron hermosos poemas; declamó don Ernesto
Ongay Reyes y actuó el humorista Alejandro Peniche Sierra; Ernesto Pacheco Zetina "Xándara" ofreció un monólogo y recitó
un soneto de Eduardo V. Aznar DiBella dedicado a la reina. Otros que llenaron el extenso y jubiloso programa fueron
Juan Díaz Triay, Florentino "Tino" Sosa, sensacional bailarín y hombre mosca que bailó un charleston; se estrenó un
foxtrot dedicado a SGM. Felina I. y como se acostumbraba, en el "puesto" de Marcelino León "Bororo" y su esposa Teresa
Trejo hubo demanda extraordinaria de antojitos regionales con chocolate "batido a la vista". Este "puesto" funcionó
donde hoy está la entrada al parque infantil, sobre la avenida Colón.
Así fue el cine Bosque, un capítulo sentimental de la hoy colonia García Ginerés. Un oasis que tuvo la magia de reunir
en permanente convivencia a todos los habitantes de aquel suburbio. Rafael es un personaje inmortal en la historia de
esa colonia. Le dio por comprar juguetes que rifaba antes de las funciones a los niños; creó los "Jueves Verdes", colocando
entre el follaje de los aguacates focos cubiertos con papel de ese color y comentaba que era el símbolo "de lo verde que
pintaba el negocio". Pero en el año de 1932, aquel espacio dedicado a la fraternidad y a la diversión cerró para siempre.
Fernando Abreu Gómez convenció a Rafael de pasar películas que con los primeros sonidos sincronizados y las primeras
canciones revolucionaban el negocio del cine. A finales de ese 1932, el cine Bosque enmudeció para siempre... Los nombres
de los hermanos Guadalupe, Antonia, Inés, Manuela, Lorenzo, Pedro, Jorge y Raúl Comas Peña; como el de Rafael, Marucha,
Joaquín, Fernando y Conchita García Comas están estrechamente enlazados a la historia de la hoy colonia que lleva
merecidamente el nombre de su fundador, don Joaquín García Ginerés.
REMINISCENCIAS Y SUCESOS.
En el hoy parque de las Américas, cuando era apenas la espléndida plazoleta que el fundador de la colonia trató de
convertir en un parque monumental para esparcimiento de los habitantes, se recuerdan sucesos que por su impacto han
prevalecido en la mente. Ese espacio abarcaba las calles 23hastala19ydela22ala18.Haciael poniente, cerca del lago en
el área de la concha acústica actual, crecían varios cipreses en los que amarraban los toros que servirían para las
corridas que se llegaron a organizar en los primeros años de la colonia. También se exhibían los animales que serían
sacrificados para vender en la carnicería del "Chato", hacia el norte del parque. Jamás podrá olvidarse, en los
años treinta, cuando a las puertas del hogar de la familia Guzmán Espinosa, entrando la noche, llegaron dos camiones
de carga transportando decenas de heridos por sangrientos sucesos políticos de Opichén. Curiosos por la edad, estuvimos
varios chamacos del suburbio escuchando los ayes de dolor y las órdenes del Dr. Ernesto Guzmán para que fueran
enviados a su sanatorio que funcionaba hacia el poniente de la colonia al final de la calle 27.
Otro suceso, en la época en que el señor Javier Erosa era presidente municipal de Mérida, fue que en una de las cuevas
existentes en el ángulo sur-poniente de la amplia plaza fue asesinada una jovencita a la que posiblemente violaron,
y además le arrancaron los aretes violentamente. Esto conmovió a la colonia, levantándose una ola de indignación.
Solo había algunos grupos de adolescentes, que teniendo en San Cosme el suburbio por excelencia, ya que existían
servicios poco frecuentes entonces fuera del centro de la ciudad, pertenecían más bien a la zona de Santa Petronila o
La Inalámbrica. Pero no había pandillerismo, robos sí, porque fue una época de crisis muy seria entre fines de los
veinte y principios de los treinta por el desplome del precio de la fibra de henequén y el desempleo. Vivían en San Cosme
varias familias dedicadas a la distribución de tierra, quienes pasaban por una verdadera fiebre de construcción de casas
con amplios jardines y estupendas huertas. Y sin exagerar, no se daban abasto.
Los robos de la época —sin descartar, claro, que en todo tiempo hay violencia— consistían en llevarse las ropas
colgadas en las cuerdas de los patios donde se secaban. Era la etapa del jabón azul, de la batea y de la "polejía",
con las planchas al carbón. También el robo de fruta en las grandes quintas. Entonces era costumbre ir con la vecina
por ciruelas, aguacates, caimitos, mangos, limones o naranjas. Y se vivía hermoso tiempo de intercambios. Cuando
comenzaron a circular los tranvías, hacían una circunvalación que comenzaba y terminaba en la calle 25 con la 18. Los
maquinistas con un timbre de pie iban llamando a los muchos niños que teníamos que abordarlo para ir a las escuelas
del centro. Después los tranvías del señor Peón, llamados "De la Paloma", llegaron incluso a hacer servicio a domicilio
de las bolsas del mercado, que el señor de la casa entregaba en el paradero de los portales de El Colón, en la calle 61,
para ahorrarse el tiempo de retorno. Pero generalmente la compra se hacía en la modesta pero eficaz unidad comercial de
San Cosme, donde en el presente funciona un "super".
El señor Russiman, que así se llamaba quien tenía su casona donde después estuvo el Banrural, estaba estrechamente
emparentado con el actor Arturo García (de Córdoba), hermano de quien fuera esposa de Alonso Garibaldi.
En la residencia de la avenida Colón, a poco más de cien metros del parque, vivió doña Mimí Ponce, donde los colonos
podían adquirir todo el hielo que quisieran; así como también fueron grandes consumidores de leche de cabra por los
establos de los Cervera y de los Íñiguez. Pronto tuvo el control de la distribución de leche de vaca de toda la colonia
don Diego Alonso, pionero de la producción lechera con innovadoras técnicas. Distribuía el perlino líquido en un carro
tirado por un caballo moro y popularizó el silbido que hasta la fecha es símbolo de los lecheros a domicilio. Además,
don Diego era brillante pelotero, inspirado poeta, trovador por afición y un extraordinario conversador.
En la calle 18 vivió Mimí Ginés, bella actriz de opereta, que al contraer matrimonio con Rafael Peón se convirtió
en respetada y muy querida vecina de la García Ginerés. La trágica muerte de don Rafael, asesinado por los peones
de su hacienda, conmovió a toda la colonia. Sería interminable seguir con las anécdotas de la hoy colonia García
Ginerés. Donde existió una convivencia fraternal, verdaderos lazos de afecto y de vecindaje puro, tenía que haber
abundante material histórico y sentimental. Don Joaquín también fue el iniciador de la colonia Vicente Solís en
1912 y de la colonia Dolores Otero en 1913, habiendo fallecido el día 3 de mayo del año de 1915. Personajes como
él señalaron la traza de la urbanización de Mérida en el siglo XX.
- Luis A. Ramírez Aznar. (Mérida, 1919-2001). Periodista y escritor yucateco. Autor de más de 5,000 artículos periodísticos. Recibió el Premio Internacional de Periodismo SipMergenthaler y la Medalla Yucatán, entre otros reconimientos. Memorias escritas en 1988. -